Demandamos amor incondicional, pero si no cumplen nuestras expectativas rechazamos enseguida al otro.
Así como el sol despide cada atardecer a la tierra, que le dice hola a la luna, nosotros tenemos miedo de despedir a las personas porque muchas veces no sabemos quienes somos si se cierra esa puerta llamado relación.
Y en esta vida frenética, nos decimos una y otra vez, que no tenemos tiempo para eso del autoconocimiento, es más rápido y fácil, pedirle a los demás que nos hagan felices.
Y sin embargo, la realidad es que no somos lo suficientemente valientes como para enfrentarnos y conocernos, no nos damos cuenta, que es la mejor manera de conseguir verdadera felicidad, pues solo conociéndonos podemos saber lo que nos hace estar en ese estado tan deseado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario